jueves, 17 de junio de 2010

::: port barcarés - les corbières {9-6-10}

Por la magnana me desperté y decidi hacer una serie de fotografias de los bungalows y supercaravanas que poblaban el camping porque de verdad que no tenian desperdicio. Algunas recordaban al ambiente del barrio con que arranca Blue Velvet de David Lynch, incluso con caniches en la puerta. Todo esto lo fotografié con pelicula, asi que de momento no lo puedo mostrar.

Hora de salir pitando de aquel lugar y jurar intentar no volver a caer nunca en una torpeza igual. El paisaje cambio radicalmente por el camino. Por carreteras remotisimas atravesé puertos de colores apagados y me rodeaban plantas pàlidas en las playas abandonadas. Atravesé también un bosque y llegué a una especie de ria donde habia un sillon azul puesto en primera linea, pero nadie en metros y metros a la redonda. Parecia el escenario de una pelicula donde ciertos personajes mafiosillos quedan para arreglar trapicheos. De hecho uno se extragnaba de ver un coche por allà. De hecho cualquiera que deambulara por alli habria parecido un trapichero. Bueno, yo no, desde luego.

Después de Port Leucate dejé por fin la costa y ya no sé hasta cuàndo no la volveré a ver. Me va a dar pena cargar con las gafas de buceo, no por el peso, sino por los buenos ratos que me ha dado. Espero poder volver a usarlas en Croacia.

Por la tarde me pedaleé por una pequegna carretera direccion Durban Corbières, y el paisaje se volvio boscoso en poco tiempo. Habia verdes de todos los tipos en todas direcciones y pequegnas montagnas siempre con vignedos en las laderas.

Me dirigia ya hacia el Canal du Midi, que me llevaria directamente a Carcassonne. Contacté via Internet con Christine, la madre de Natasha, que vive en un pueblito cerca de Carcassonne, llamado Peyriac Minervois. Se ofrecio para acogerme durante unos cuantos dias, por lo que me envio por correo electronico unas singulares coordenadas. Traduccion aproximada:

En la farmacia girar a la derecha y bajar hasta el puente. La casa està en frente, enmarcada por un gran muro de piedra. Hay hojas de bananero que cuelgan.



Amenazaba con llover, asi que preferi pararme a tiempo para que la lluvia me pillara ya en mi madriguera. No fue difícil encontrar pronto un camino que ascendiera hacia una de esas colinillas, sorteando los vignedos que siempre estàn presentes. Pronto el camino se iba deteriorando y eso significaba buena segnal. Segui seleccionando caminillos de tierra, siempre escogiendo el que màs subiera y al fin me encontré casi en la cima, en un bosque de pinos bastante recogido. Un poco de pisteo a pie y pronto encontré un buen lugar para quedarme.

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