miércoles, 30 de junio de 2010

::: chez claire, ispagnac (25–06–10)

Claire me ha acogido muy amablemente en una casa preciosa que me recuerda mucho a una en la que vivi un verano en Huesca, en la Calle Desengagno. La fachada es de piedra y el tejado de pizarra. Tiene tres pisos y todos los rincones estàn llenos de todo tipo de objetos elaborados por ella, plantas y productos artesanales de muchos colores. La casa tiene mil grietas y texturas, y también grifos por todas partes excepto en la cocina, lo cual no deja de ser extragno. Se trata de una casa que ha heredado de sus abuelos y conserva el poso de los agnos, desde luego. De Claire he aprendido que las ensaladas pueden ser de flores y que las hortigas se pueden comer. Esto ùltimo ha sido todo un hallazgo, puesto que llevo toda mi vida evitando y temiendo a esta planta que en los ùltimos dias he cocinado de diversas maneras.


Aqui todo el mundo tiene un pequegno huerto y cultivan todo tipo de cosas. También hay cerezos por los alrededores y todo el mundo coge cerezas libremente. Supongo que tendràn duegno, pero no parece pronunciarse al respecto. Genial, porque las cerezas estàn de muerte. El dia que llegué a Ispagnac me di una vuelta por el pueblo y enseguida encontré por hazar la direccion que ponia en CouchSurfing, asi que llamé. Lentamente comenzaron a escucharse ciertos sonidos lejanisimos de algo moviéndose dentro de la casa y acercàndose muy despacio hacia la puerta de entrada. Cuando se abrio la puerta aparecio un segnor mayor con los ojos azules muy vidriosos que caminaba con torpeza. Imaginandome la respuesta le pregunté por Claire y por la direccion, y él me contesto que si, que la direccion era correcta, pero que él no era Claire, lo cual me alivio mucho. Asi que me compré una tarjeta y me fui directo a la cabina a llamar a la verdadera Claire. Quedamos en veinte minutos delante de correos.



Claire tiene veintiocho agnos pero aparenta muchisimos menos. Es detallista, amable e independiente, y ha viajado mucho. La verdad es que la convivencia con ella es muy cordial y he tenido ocasion de reirme bastante, algo que echaba bien en falta. El rio Tarn pasa por delante de Ispagnac, asi que el primer dia después de ayudarle a recoger guisantes y a regar en el huerto fuimos a bagnarnos. Alli me confeso también que es un poco bruja y que sabe curar los quemazos y tirar las cartas. Desde luego ya me las ha tirado y en principio està todo en orden. Como es logico hemos acabado hablando de la ouija, de damas de blanco y otras chafarderias por el estilo por el mero placer de auto asutarse, una incoprensible aficion que todos tenemos de vez en cuando. Ha sido divertido.





El otro dia, el sabado, fuimos a jugar a la petanca de noche con sus amigas, unas botellas de vino y un perro encantador que se llamaba Yazzi. La partida fue agradable, aunque luego fuimos a cenar a casa de una de ellas y alli las conversaciones se multiplicaron y se aceleraron y mi cabeza termino por bloquearse, y todo parecia una pelicula de Eric Rohmer sin subtitulos. Asi que desconecté definitivamente y me entregué a Yazzi, que en aquel momento era al que mejor entendia.


Estando en Ispagnac he hecho justo un mes desde que sali de Barcelona y he pensado sobre la percepcion tan diferente que se tiene sobre el tiempo viajando de esta manera. Me parece que hace un siglo desde que me fui, y dado que practicamente duermo cada noche en un lugar diferente y cada dia es bastante distinto, algo que ocurrio hace tres dias ya comienza a parecerme lejano en la cabeza.

También es resegnable que el otro dia hice autostop para ir a Florac, el pueblo de al lado, para hacer unas compras, y al llegar al Carrefour vi que no tenia el movil, asi que lo màs probable es que se deslizara de mi pantalon hasta el asiento del coche. Asi que por ahora estoy sin movil.

martes, 29 de junio de 2010

::: el mont aigoual y las praderas (23-06-10)

Desayuné como podria haberlo hecho Obélix esperandome un dia duro. Alrededor de mi no veia màs que montagnas altislimas. Reposté gasolina para mi cocinilla e hinché las ruedas y comencé el ascenso del Mont Aigoual. Realmente no sabia exactamente cuànto tiempo me costaria atravesar la montagna ni como de duro seria, puesto que no me habia enfrentado a algo asi hasta el momento. Asi que llegago un momento esperaba intrigado lo que habria a la vuelta de una ladera o una gran curva, y una y otra vez me encontraba con màs pendiente. A la derecha, en la cuneta, se oia el sonido de alguna alimagna escapano entre la hojarasca a mi paso. Al principio sucedia cada cierto tiempo, pero luego se hizo muy frecuente, asi que me entretenia mientras escalaba lento, siempre fiel a mi plato pequegno y mi pignon grande, atento para ver qué tipo de animal era el que se perturbaba tanto ante mi avance. Por fin vi un par de ejemplares: se trataba de un lagarto mediano de color verde casi fosforito que huia contorneando todo su cuerpecillo sin demasiado disimulo.


Comida tenia de sobra, pero agua no habia comprado, esperando repostar en alguna fuente que por la zona ya se habian visto bastantes. Sin embargo no encontré ninguna y llegado un momento empezo a preocuparme el tema. Asi que paré en un rio y llené un par de botellas, sabiendo que podria no ser demasiado potable. En cualquier caso siempre era mejor tener algo que nada. A parte de los lagartos fosforitos, también me mantenian entretenido los carteles que iban indicando la altura y los kilometros restantes hasta el proximo pueblo, L'Ésperou. Asi que la magnana se convirtio en una especie de reto que me propuse: seguir la marcha hasta el pueblo y comer y descansar alli. Sin embargo el Mont Aigoual no es para tomàrselo a risa, y al cabo de dos horas el cansancio se hacia ya bastante pesado, asi que decidi pararme en cualquier lado en la orilla de la carretera, comer algo y dormir. Aproveché también para hervir el agua de rio que habia cogido previamente para hacerla potable. Cuando hube descansado prosegui la marcha y comprobé que el pueblo estaba casi a la vuelta de la esquina y al entrar en el nuevo valle podian contemplarse muchas praderas verdes que a partir de entonces formarian el paisaje tipico de Les Cevénnes.


También a partir de entonces se han hecho constantes las moscas, que estàn por todas partes. Hay una plaga seria en la region y no me he podido resistir a dar testimonio gràfico de ello. A continuacion una foto que pone en evidencia a un ser tan miserable como cotidiano, que basa su triste existencia en apelotonarse en la mierda para después perseguirte obsesivamente. Aquella noche dejé un regalito en el bosque y a la magnana siguiente una manta de puntitos saltarines lo envolvia casi por completo, actuando como verdaderas jonkys de mierda.



El dia siguiente terminé de descender hasta Meyrueis, donde aproveché para conectarme a internet y comprobar que mi busqueda de alojamiento por CouchSurfing por fin habia dado sus frutos. Asi que esto supuso un cambio en la ruta y me dirigi hacia Ispagnac, donde me esperaba Claire. El camino no pudo ser mas impresionante. Primero me toco subir un pequegno puerto que después del Aigoual se me hizo pan comido, y después me interné por una carretera diminuta y sin segnailzacion alguna por la que en hora y media solo vi un coche.



La carreterilla atravesaba praderas preciosas de color dorado y rozaba pueblos de cuatro casas de piedra y un cementerio. Escuchando la banda sonora que Dylan hizo para Patt Garrett and Billy the Kid me imaginé cabalgando con todo a cuestas y pensé que el ritmo de aquellos largos viajes no se diferenciaria mucho del mio y que seria genial atravesar aquella América salvaje durante dias y dias, haciendo fuego por la noche pensando en el dia siguiente y en lo que sucederia a continuacion, y eso es precisamente lo que hice yo.

::: entrada en les cevénnes (21-06-10)

A la magnana siguiente probé a meterme al lago con las gafas de buceo pero el agua estaba un poco turbia por la tierra y no vi gran cosa. Una pena, porque con un envoltorio tan impresionante cabria esperar todo tipo de criaturas extragnas en el interior... y tal vez alli estuvieran, pero yo no las vi. Me tomé una magnana para disfrutar a fondo del paisaje y sin lluvia, y la verdad es que es sobrecogedor. Hay lugares durante el viaje que me hacen cambiar de estado de ànimo, y el Salagou fue uno de ellos. Uno tenia alli la sensacion de estar en un lugar ùnico, algo parecido a lo que pasa en Rio Tinto, otra bizarrada de entorno.

Ya en marcha di una vuelta por los alrededores y me sorprendio ver que el lago es realmente enorme y con partes muy diferentes. Atravesé una carretera encerrada entre dos de estas colinas rojas, un lugar escogido por muchas parejitas para dejar latente su recuerdo escribiendo con piedras blancas sus nombres enlazados sobre la tierra. Llegado un punto estos letreros de piedras en el suelo se perdian en el horizonte hasta donde alcanzaba a ver el ojo. En ocasiones el paisaje se volvia casi desértico y me llego a recordar un poco al entorno western de pelicula. Cabalgar un rato por alli fue un verdadero placer.

Echando un vistazo al mapa lei un nombre un poco màs al noreste de Salagou que me intrigo: St Guillhem le Désert. Me pregunté si realmente habria alli un desierto, asi que hacia alla decidi dirigirme para comprobarlo. El camino se hizo terrible, con un viento en contra como no habia tenido hasta el momento. Estas circunstancias unidas a que me encontraba un poco cansado me hicieron decantarme por hacer pocos kilometros y descansar en un rio que encontré no lejos de mi incognito destino. Aqui fueron las golondrinas las que cubrieron el cielo en hora màgica, justo antes de ponerse el sol, dando mil vueltas caoticas en el aire y haciendo unos sonidos de madera hueca rompiéndose. El éxtasis de estos animales cesa siempre con la puesta competa del sol.

A la magnana siguiente no tardé en llegar a St Guillhem le Désert y por supuesto no era un desierto en absoluto, sino todo lo contrario: un lugar bien montagnoso, con un buen rio al lado y vegetacion exhuberante. Era dia 21, y eso significaba partido de Espagna contra Honduras, asi que el objetivo era encontrar un camping donde poder verlo. Un vistazo al mapa y pronto estaba en marcha hacia Ganges, el siguiente pueblo grande. En St Guillhem no habia supermercado, asi que antes de salir compré una buena bolsa de cerezas ya que no tenia gran cosa y me tocaba subir algùn que otro puerto hasta Ganges. Con eso, algo de queso, pan y mermelada deberia llegar, asi que racioné bastante las escasas provisiones.

Hubieron subidas bien duras, y la expresion "bon courage!" se me ha hecho ya frecuente en este tipo de caminos. La gente siente gran respeto cuando ve a un tio con todo a cuestas tratado se subir en bici una montagna endiablada. Atravesé pueblos diminutos donde no habia absolutamente nada para comprar, por lo que continué mi marcha con la reserva.

Hacia ya rato que el cansancio era notable y a eso de las 15h todavia no habia comido, asi que me propuse un pequegno esfuerzo y llegar al fin a algun supermercado donde comprar provisiones y buscar acto seguido un camping donde descansar y prepararme para el partido. Acabé en el Camping Tivoli de Laroque, justo al lado de Ganges. Lo llevan una pareja muy joven que fueron verdaderamente muy buenos conmigo. En seguida Pasqal, el chico, me dijo que ellos también habian viajado en bicicleta y me demostro cierta complicidad. El camping era muy bonito, al lado del rio, ellos muy amables, incluso me prestaron su portàtil para conectarme a internet gratis y ademàs era barato. Para acabar, segùn llegué estaban instalando una gran television en la terraza para ver los partidos del mundial, asi que no pude tener màs suerte.

Aproveché para ducharme y deleitarme una vez màs con el agua caliente, que ademàs esta vez era gratis. Increible. Por la noche vi el partido junto con dos campistas màs. Uno de ellos me dejo ver pronto que era un completo personaje y me rei mucho con él durante el partido. Se trataba de un tipo canoso de unos cuarenta y pico agnos con pintas de rockero de toda la vida, con un bigotillo bien cuidado y los ojos pequegnos y azules. Cuando termino el partido y los escasos espectadores se fueron a dormir me quedé un buen rato hablando con Pasqal sobre mi viaje y los suyos. Junto con su novia habia rulado por Marruecos con un camion en el que todavia dormian en el camping y cogian a todo el mundo que hacia autostop. Me conto que llegaron a llevar a unas doce personas, con nignos en el techo y todo.

A la magnana siguiente me dirigia hacia los bagnos luciendo mi careto y mis legagnas con los pies arrastrando por el camping cuando me intercepto el rockero y casi sin saludarme empezo a hablarme sobre muchas cosas, ademàs con bastante desparpajo y criterio. Me hablo sobre el capitalismo, sobre el avion que se estrello este agno con todos los altos mandos polacos dentro, sobre africa, sobre cocodrilos... Después le hice alguna pregunta sobre él y me conto que su mujer le acababa de pedir el divorcio y ahora estab solo y buscando algun sitio donde empezar algo. En un momento de la conversacion me confeso que a veces se sorprendia de tener ya cuarenta y tres agnos, aunque nunca con un tono melancolico, sino mas bien animoso y un poco ironico. Al tipo le cai bien, eso estaba claro, pero a esas horas de la magnana me costaba digerir todavia el francés y en cuanto pude me zafé, aunque la situacion fue muy original. Lo cierto es que es una costumbre bien extendida entre muchos franceses el cogerte por banda y dilucidar sobre mil temas conectados o no tanto. Ya me ha pasado con otras personas.

Al cabo del rato vi al tipo caminando hacia el rio con una guitarra, caminando siempre con sus pantalones pitillo negro y sin camiseta. Asi que terminé lo que estaba haciendo cogi la càmara y fue a hacerle algunas fotos. Me gusto su actitud, no se inmuto en absoluto. El estaba a lo suyo y yo a lo mio. De vuelta vi su plaza de camping: un coche con un faro reparado con cinta de carrocero, una pequegna tienda y una cocinilla de gas de tres fuegos que luego me explico que no podia utilizar porque su mujer se habia quedado con no se qué accesorio. Cuando volvio de tocar me acerqué a él y me mofé un poco de la reparacion de su coche y luego le pedi hacerle unas fotos posadas con él, y accedio sin problema.

Por la tarde incluso me insistio para que me fuera a la magnana siguiente, pero a mi me apetecia seguir el camino, asi que después de ver como Francia perdia contra Africa del Sur y como todos se mofaban de su propio equipo por resignacion, me despedi de todos y me marché con un buen sabor de boca.

Treinta kilometros de cuesta infernal y me planté por fin el el sur del Parc Natural des Cevénnes, con un tobogàn enorme como puerta de entrada.


La noche la pasé cerca de Le Vigan, en un lugar donde habia una mesa enorme donde cené sentado y una pequegna presa en el rio donde me bagné, todo un lujo.

domingo, 27 de junio de 2010

::: haut languedoc / lac du salagou

A partir de aqui el paisaje no ha dejado de ser montagnoso, y los rios se han hecho frecuentes, lo que es una ventaja porque se pueden lavar los cacharros y los dientes sin problemas. La carretera que me encaminaba hacia el Lac du Salagou atravesaba pueblos de revista, perfectamente conservados, con su puente romano y sus fachadas frente al rio.

Algo que mue gusta mucho de las carreteras francesas es la cantidad de productores que venden su mercancia directamente en el arcén. Las carreteras comarcales se convierten en una sucesion de tentadoras ofertas gastronomicas. Ademàs del omnipresente vino también se pueden conseguir frutas de temporada, verduras o miel. Desde que entré en Francia me habia prometido parar en alguno de estos sitios a rellenar mi bota de vino, pero hasta hace poco me habia hecho el remolon. Antes de Clermont l'Herault decidi parar en la masia que publicitara su vino con el cartel màs sencillo e incluso cutre, que ya los habia visto. Paré en una cuyo letrero ùnicamente decia "VIN", y una flecha, todo escrito a mano sobre fondo blanco: perfecto, lo que buscaba. Asi que saqué la bota y me planté delante de la gran puerta de rejas de la entrada. Me recibieron dos pastores alemanes a ladrido tendido, pero a mi no me engagnan,eran màs buenos que el pan, aunque su mision fuera amedrentar a visitantes con turbios propositos. Ponia "Sonnez" y toqué el timbre. Se asomo una segnora canosa por una de las ventanas de la gran fachada de piedra y le dije lo que buscaba. Cuando bajo por fin vi a través de la reja que se trataba de una segnora adorable. Se lamento y me dijo que no vendia "au detail", y yo le segnalé mi bici explicàndole que no me cabia màs de un litro. Ella se enternecio y me dijo que podia regalarme un poco, y asi lo hizo: fue a por una botella de vino sin etiqueta y un embudo y delante de mi lleno la mitad de la bota. Extraordinario, si hubiera pensado que la cosa era asi de fàcil habria ido parando desde que crucé la frontera. Antes de despedirnos me dijo que ella habia nacido en Espagna, pero hacia mucho ya que habia venido a vivir a Francia. Me pregunté si seria una de las exiliadas del franquismo. Por la edad podria serlo perfectamente.

Sin embargo un domingo andaba un poco falto de comida, asi que marchaba con los ojos bien abiertos en busca de algùn puesto de verduras y frutas que por algunas regiones brotan como champignones, y que me salvaria realmente el pellejo. En esto iba pensando cuando vi un cartel anunciando melocotones. El de pendiente me explico que solo vendian por cajas, no por pieza, eso si, dejando primero que aparcara la aparatosa bicicleta, me quitara todos los atuendos y desmontara toda la parafernalia. Ademàs era una de esas personas que a pesar de asistir a los esfuerzos de uno por hablar en francés responden en inglés, incluso muy avanzada la conversacion. Crucé escasas palabras con él pero me parecio un tanto capullo. El caso es que nos despedimos y acto seguido él cruzo la carretera para buscar algo en la casa de enfrente, dejando su delicioso puesto completamente vulnerable. Asi que no lo dudé y le eché el guante a uno de sus pelocotones. Como estaba muy maduro guardarlo habria sido malograrlo, asi que me lo trapigné en la marquesina de al lado, a pocos metros del austero vendedorcillo.

El bicho de moda por Haut Languedoc es un ciempiés con miles de pelitos, colores rojos y verdes y una cara de payaso triston. El tio se cuela por todos los rincones y parece tomarse a guasa los esfuerzos invertidos en expulsarlo.


Cerca de Clermont l'Herault dormi en un bosque con un aspecto un poco desolador. Debido al fuerte viento que sopla en toda la region habia muchas ramas rotas y altos pinos medioderrumbados. Ademàs todo el suelo estaba lleno de pignas y trocitos de espinas secas de pino que se acumulaban también en las ramas formando faldones marrones. Por la noche la musica brotaba de entre las ramas de los àrboles, que danzaban balanceàndose a coro al compàs que dictaban las violentas bocanadas de aire.



El dia siguiente el objetivo era alcanzar por fin el Salagou, aprovisionàndome antes en Clermont l'Herault. Las nubes tontearon todo la magnana, pero no se desfogaron hasta la tarde, cuando restaban escasos kilometros para llegar al lago. Asi que la primera imagen que tuve de Salagou fue muy tormentosa, con colores extragnisimos, siempre rondando los rojos, todo visto bajo mi capucha roja chorreando agua. El lago tiene una forma bien extragna, en absoluto circular. Muchas rutas terrosas lo circundan a lo largo de unos cuantos kilometros, convirtiéndolo en uno de los entornos màs interesantes para hacer bicicleta de montagna en Francia, segùn dicen. El paisaje es realmente delirante, asi que me enchufé Pink Floyd y vagué sin rumbo por esas rutas que se cruzaban unas con otras, subiendo y bajando monticulos una y otra vez. Pronto me di cuenta que pese a los letreros de prohibicion mucha gente acampaba entorno al lago y organizaba partidas de petanca, asi que la cosa parecia estar clara para dormir esa noche. La ùnica complicacion era la lluvia que a ratos llegaba a ser fuerte.



Al cabo del rato las colinas rojizas emergieron muy violentamente y el camino se hizo bien dificil para mi bicicleta. Asi que tanteé el terreno y acampé a la vuelta de una de estas colinas. Sin duda un gran lugar, impresionante y escondido. A la hora de cocinar tuve que arreglàrmelas cortando todo dentro de la tienda, pero cada vez que salia la lluvia cesaba, asi que por lo menos tuve una noche tranquilita. Hablé con una pareja de franceses de màs o menos mi edad que estaban pescando por alli buscando un poco de compagnia, pero resultaron ser un poco rancios y pese mis intentos de conversacion no pusieron la cosa demasiado fàcil.

::: de vuelta al camino (18-06-10)

Ayer sali de casa de Christine con unas ganas enormes de llorar, pero me contuve hasta que llegué al cementerio, a pocos metros de la salida del pueblo. Para hacerlo tuve que rodear la casa, obligàndome a echar una ùltima mirada al inmenso jardin verdisimo, al cerezo, a las ventanitas azules... En el cementerio aparqué la bici e hice algunos estiramientos mientras escuchaba "Two of Us" de The Beatles. En ese momento una enorme nostalgia me tumbo y rompi a llorar como un nigno mientras me comia un platano y contemplaba los inmensos campos por los que hacia veinticuatro horas habia paseado con Utah. El cielo tenia un tinte exageradamente dramàtico, lleno de nubes renacentistas de formas bien definidas. La Montagna Negra estaba màs negra que nunca debido a algunas de estas nubes a su alrededor. Cuàntos buenos recuerdos y qué gratisima compgania se quedaban atràs a medida que me alejaba en bicicleta hacia Minèrve. Las làgrimas en los ojos me mostraban borrosos los vignedos infinitos en marcha y diicilmente distinguia las segnalizaiones de lejos.

(...)Hoy cuando me he despedido de Christine me he emocionado como hacia tiempo no lo hacia. Espero poder volver a tomarme una copa de vino tras otra en su porche, charlar con ella hasta que los pàrpados caigan como plomos, coger cerezas en su jardin y algùn dia, cuando mi nivel de francés sea competente, poder retarle a una buena partida de scrable en la gran mesa que hoy hemos colocado frente a la puerta del jardin. Un grandisimo abrazo, Christine(...).

La vuelta al camino supuso atravesar vignedos y vignedos hasta por fin alcanzar la cadena montagnosa que se divisaba ya desde hacia un rato. Cuando llegué a Minèrve distraje un poco mis pensamientos recorriendo un pueblo realmente bonito y antiguo. Me topé con un grupo de jubilados catalanes a los que en ningùn momento se me ocurrio confesarles mi identidad espagnola. Recorrian a voces el pueblo haciendo preguntas sin sentido y comparando constantemente lo que veian con otros tios que habian visto ya antes. Asi que me mantuve callado y me dedique a trapignarme el pan de nueces que me habia dado Christine antes de salir y tambien las mermeladas caseras de fresa y cerezas.

Después el paisaje se levanto por fin y apareci en pueblos pequegnisimos donde pregunté por alguna fuente de agua potable. En uno de ellos encontré que todo el mundo estaba en el cementerio celebrando un funeral, por lo que tuve que esperar a que terminara en la puerta del mercado para poder comprar algunas verduras. Ahora cuando la gente me pregunta y les digo que vengo de Barcelona en bicicleta si que se muestran realmente sorprendidos.

Entré en el Parc Natural Haut Languedoc y me toco hacer algun esfuerzo extra serpenteando en ascenso a través de los pinos. En cuanto me lo propuse encontré un buen sitio para dormir y pronto me encontraba de nuevo solo y en el bosque, y pensé mucho sobre los dias anteriores y después sobre los que vendrian a continuacion, y asi me vencio el suegno.

jueves, 17 de junio de 2010

::: chez christine {12-6-10 \ 17-6-10}

Los dias siguientes han transcurrido en una completa armonia en casa de Christine, donde he aprovechado para limpiar todo, incluso la bicicleta, escribir, leer, ver Carcassonne con calma, ver el Mundial y sobre todo para descansar. Christine me ha cuidado como a una planta màs de su jardin, con el mismo mimo y dedicacion y con el mismo gusto por las cosas bien hechas. Ademàs de Christine, su jardin y sus dos gatos {uno se llama Masai, el otro es un soso y no he querido ni memorizar su nombre}el cuadro lo ha completado Utah, un pastor alemàn que trajeron unos amigos de Christine porque se iban de viaje. Los dias han pasado suavemente, entretenido con las sencillas tareas caseras: recolectando cerezas, paseando a Utah en bici por los campos o jugando con Masai en el jardin. Cuando caia el sol llegaba la hora del aperitivo y nunca faltaba una botella de vino en la mesa. Tampoco han faltado las tartas caseras de cerezas recogidas esa misma tarde, mermelada de fresa artesanal o el pan de nueces que Christine preparaba la tarde anterior. Como le dije a ella, su casa ha sido como un oasis en mi camino.



Utah es un perro excepcionalmente listo y servil. Parece estar siempre en guardia para atender con la mayor rapidez posible a las llamadas que uno le puede hacer en cualquier momento, incluso cuando duerme. El primer dia, cuando se fueron sus duegnos, estaba realmente nervioso, mirando todo el rato la puerta. Incluso llego a largarse y tuvimos que salir a buscarlo. Parecia triste todo el rato. Asi que me encargué de jugar con él por el jardin y pasearlo, y ha sabido recompensarme con un carigno que no habia recibido antes de ningùn animal. Cuando me despierto por las magnanas viene a abrazarme literalmente, y cuando siente que me voy de casa se pone triste. Tiene artritis y a veces cojea de una pata, pero cada dia saca algo de fuerzas para jugar al clàsico palo. Pero también es màs listo que el hambre. Por las noches me quedo hasta tarde escribiendo y él a mi lado roncando en la alfombra que hay en el suelo del salon. Sin embargo ayer me fui a la cama y volvi cinco minutos màs tarde porque habia olvidado algo. Cuando llegué al salon me lo encontré cual general romano espanzurrado sobre el sofà, algo que Christine ya sospechaba porque habia descubierto pelos suyos encima. Pero el tio se cuida mucho de quitarse antes de que nadie se despierte para no ser pillado. Como somos colegas yo no dije nada y he guardado el secreto, aunque Christine ya lo sabe.



Masai es una modelo sensacional y le encanta que le haga fotos, en serio. Cuando saco la càmara es cuando màs atención me presta. Hoy estaba subido a la escalera cogiendo cerezas del àrbol y ella ha subido hasta arriba para demandar sus caricias correspondientes. Estos dias he podido dar fe del refràn que dice: "Donde perro y gato, buen rato".



El otro dia fui a Carcassonne, y lo hice en autostop. De Peyriac hasta allà hay unos 25 km. Yo nunca habia hecho autostop y fue algo agradable. Para ir no tuve problema alguno, esperé en la salida del pueblo durante 5 minutos y no tardo en parar Bernard, un chico joven que se intereso mucho por mi viaje e incluso me invito a visitar su pueblo. A la vuelta fue un poco màs problemàtico. Llovia a càntaros y yo no sabia exactamente donde ponerme para que mi busqueda de un conductor anonimo fuera mas certera. Asi que me fui a la estacion y alli pregunté a un segnor, que se horrorizo ante la idea de hacer autostop con semejante lluvia, pero me dio las coordenadas que era lo que yo queria. Asi que afilé mi pulgar y puse cara de pena, cosa que no se me hizo muy difícil debido al temporal y a mis pies ya encharcados. Habia comprado una planta para regalàrsela a Christine y se me ocurrio que sacarla de su bolsa de plastico y lucirla en una mano mientras con otra llamaba la atención de los coches seria una buena estampa y ganaria puntos para ser recogido. Y asi fue. Al rato de hacerlo se me acerco una mujer y estuvimos mirando uno de sus innumerables mapas hasta que me ofrecio dejarme en un cruce mucho mejor orientado hacia mi destino. Una agradable conversación, un breve paseo y nos despedimos. De nuevo bajo la lluvia repeti la estampa que me habia funcionado la vez anterior y pasado un buen rato paro una chica de unos 40 agnos con el coche hecho un cristo. En el asiento del copiloto habia muchisimos trastos y en el cenicero abierto las colillas caian en cascada. Le agradeci su gesto con un poco de conversación. Ella acabo diciéndome que si pasaba por St Hilaire du Chateau {en el centro de Francia} podria quedarme en casa de una amiga suya sin problema. Me apunto su nombre, su nùmero y nos despedimos a la entrada de Peyriac.


Mi proximo destino es el lago Salagou, en direccion a Les Cevènnes, salgo magnana y la verdad es que me va a dar pena dejar esta casa en la que he estado tan a gusto.

::: canal du midi - peyriac minervois {11-6-10}

Me levanté con el olor de mierda de caballo en la napia y aragne una hora en aquel lugar tan apacible leyendo El Pais que me habia comprado dos dias antes.

En cuanto me puse en marcha volvi al canal y disfruté de una magnana de lo màs tranquila acercàndome cada tranquilamente hacia Carcassonne pero sin saber muy bien a cuàntos kilómetros me encontraba.

A mediodia una mujer se ofrecio muy amable a rellenarme los bidones de agua (se me olvido mencionar que dias atràs una mujer en un supermercado me regalo bananas tambien} y decidi gozar de una comida a la orilla del rio que fue celebrada con una siesta posterior en el césped. Solo me despertaba levemente el sonido del motor de algùn barquichuelo que se acercaba sin prisa alguna.

Cuando me desperecé decidi seguir ya del tiron hasta Carcassonne, asi que aceleré un poco la marcha. Es genial enfrentarse a tantos kilómetros de suelo llano y sin coches.

Por fin llegué a un pueblo un poco màs grande y me pregunté si aquello seria Carcassonne. Me desilusioné un poco ante la posibilidad de esta opcion, yo me esperaba algo màs espectacular. Me acerqué a un grupo de chicos y les pregunté en qué pueblo estàbamos. Trèbes: 5 km para Carcassonne. Y a una hora màs que decente. Me daria tiempo a una buena dosis de castillicos y murallas y estar a tiempo para cenar en casa de Christine, a la que le habia dicho que llegaria sobre las 20:00.

La entrada en Carcassonne no fue espectacular en ningùn caso ni tampoco lo fue el fin del camino del Canal du Midi. De repente estaba dentro de la ciudad y ya està. Me gusto llegar a una ciudad un poco màs grande después de tantos dias rurales. Respiré un ambiente nuevo.

Deambulé por la ciudad nueva y después pregunté por la cité, lo que todo el mundo espera cuando llega a Carcassonne, lo que inspiro el juego de mesa del mismo nombre: la ciudad amurallada. Al cruzar un puente se descubre majestuosa una fortaleza impresionante en lo alto de una colina evocando todo tipo de batallas de cuento. La ciudad antigua te mira por encima de hombro unas cuantas veces antes de poder llegar hasta sus puertas. Una vez dentro impresiona lo bien conservada que està, evocando constantemente la vida de la época, y también el negocio que tienen montado a su costa. La mayor parte de su interior està convertido en un parque temàtico para turistas disfrazados de exploradores de pacotilla con todo tipo de locales donde pueden adquirir souvenirs a cual màs ridiculo. Como pasa con este tipo de sitios (me viene a la cabeza también Praga o el propio Barrio Gotico de Barcelona} uno siente que no llega a disfrutarlos como le gustaria por causa del tufillo de consumista compulsivo que se respira.

Escuché fútbol y me meti a un bar para ver quién jugaba. El primer partido del mundial: Sudàfrica – México. Me di un homenaje y me tomé una cacho de cerveza (holandesa, creo}. Cuando termino miré mi mapa y me dolio un poco comprobar que Peyriac Minervois, donde debia verme con Christine, no estaba tan cerca de Carcassonne como habia calculado. Asi que sali cuanto antes puesto que podria volver durante la estancia en Peyriac. Fue en ese momento cuando empezo a llover todo lo que habia amenazado el cielo durante los dos ùltimos dias. Pregunté a un par de personas y nadie parecia saber muy bien como ir hasta allà. Paré en una gasolinera y les dediqué a los franchutes un pedazo de streptease para ponerme mi uniforme de lluvia. Le pregunté a un afable segnor como llegar y el se dedicaba màs a dedicarme sonrisas de segnor afable y a preguntarme por mi procedencia que a darme las indicaciones. Puso su memoria en funcionamiento y me apunto en mi libreta como ir. Le hice caso y por su culpa acabe en una carretera infernal de dos carriles en una direccion que se parecia sospechosamente a una autovia. Por supuesto la lluvia caia de forma espectacular.

Desechando los consejos del segnor busque alguna carretera secundaria por allà y llegué a Trèbes. Entré en una panaderia y la panadera me miro con ojos de darle mucha pena por mi aspecto. Ella me dijo que Peyriac Minervois estaba muy lejos, como a 30 km. "Je dois y arriver", le dije, y su hijo me indico por fin muy bien. Menos sonrisitas y mejores coordenadas, segnor afable!

Asi que por fin estaba en el camino correcto pero mientras pedaleaba duro bajo la lluvia me daba cuenta de cómo habia cambiado mi dia. Por mi mente paso el despertar pachorras que me habia regalado, el ritmo caribegno que habia lucido en el canal y la siestecita de una hora escuchando barquitos a motor. Realmente mirando el mapa no es difícil ver que estaba màs cerca de Peyriac por la magnana que ahora, desde Carcassonne. Asi que con 50 km ya recorridos y la sensación de quien piensa que ya se ha ganado el pan por hoy de pronto me veia teniendo que recorrer unos 30 màs y bajo una lluvia del demonio. Para colmo la ruta era semimontagnosa y lo peor de todo, con un viento totalmente en contra. No pude disfrutar ni de una sola cuesta abajo como habria tocado.

La cerveza holandesa la queme rapidito y comencé a sentir entonces una notable bajada de fuerzas debido a que la lluvia y las ganas por llegar habian acelerado mucho mis piernas. Asi que advertido por mi cuerpo preferi parar y comerme el plàtano que me quedaba y las galletas del principito que siempre están ahí para echarle a uno una mano. Justo en ese momento la lluvia paro y yo me relajé un poco màs. Fui testigo de un doble arcoiris definido a la perfección y de un paisaje semineblinoso y que dejaba entrever degradados de verdes muy distintos a lo lejos.



Unos kilómetros màs tarde volvi a sentirme un poco débil subiendo una cuesta que cada vez se hacia màs peleona, asi que me paré y verti unos cuantos azucarillos en uno de los bidones de agua y pegué unos buenos tragos. Mis ànimos se levantaron cuando llegué por fin a un pueblo y vi a su salida que habia una indicacion hacia mi destino.

El atardecer quedo precioso con todo el paisaje chorreando agua y el sol saliendo ocultàndose entre las montagnas muy naranja. Y al fin Peyriac Minervois. Estaba tan contento de llegar que hasta le hice una foto al letrero. Asi que ahora tocaba interpretar las creativas indicaciones que me habia dado Christine. La farmacia la vi enseguida. Como venia justo desde el lado opuesto a la ruta que me habia recomendado ella en lugar de girar a la derecha lo hice a la izquierda. Me deslicé por la cuesta y enseguida vi un puente azul rodeado por varias casas. Tocaba lo ùltimo: La casa està en frente, enmarcada por un gran muro de piedra. Hay hojas de bananero que cuelgan. Puesto que habia varias casas en frente di un par de vueltas descartando las que no tenian el muro de piedra. Lo de los bananeros no ayudaba mucho porque yo no sé muy bien como es un bananero. Les pregunté a unas mujeres por alli si conocían a Christine y en qué casa vivia. Nadie la conocia. Yo pensé que una vez llegado al pueblo todo seria coser y cantar, pero al parecer tendria que hacer algunas averiguaciones todavía. Llamé a varias puertas preguntando por Christine y nada. Incluso me meti en una casa que tenia la puerta abierta y en la que nadie contesto a mis "Bonjour?". Al final volvi de nuevo al puente y lo crucé. En frente habia un caminito que pasaba por delante de un murito que rodeaba un jardin. La gran puerta estaba abierta y entre las ramas de un olivo atisbé una mujer de pelo corto y rojo leyendo sentada en el porche. "Bonjour?" pregunté. Ella se quedo callada un par de segundos y respondio "Miguel?". Al fin.

Enseguida se levanto y vino a recibirme con una gran sonrisa y yo me senti al fin en casa, totalmente empapado. Aparqué la bicicleta en el garaje mientras escudrignaba a mi alrededor con los ojos bien abiertos. Una casa realmente preciosa, rodeada por un inmenso jardin con todo tipo de plantas y àrboles. Me recibieron también dos gatos y uno de ellos no tardo en enroscarse entre mis tobillos. Me dejé llevar por la hospitalidad de Christine que me ofrecio un plan perfecto para terminar el dia: ducha de agua caliente {calentisima}, una cena de categoria {una quische de queso, una ensalada con un monton de colores y sabores gigante, cerezas cogidas de su jardin y una tarta de limon casera} y dormir en una cama. Lo de la cama me puso casi nervioso de pensarlo.


Cuando sali de la ducha me dio a elegir entre whiskey o vino de la region. Estaba clarisimo: vino. Asi que mano a mano la botella fue cayendo mientras cenàbamos en el porche en una noche que se quedo casi totalmente despejada. Después de mis 73 km y la tardecita que habia pasado bajo la lluvia estaba completamente extasiado por semejante abundancia de todo tipo de placeres. También por la compagnia, que resulto ser extraordinaria. Estuvimos charlando largo rato por la noche sobre muchas cosas, sobre todo de mi viaje y de los suyos. Christine es la primera persona con la que he tenido la ocasión de hablar largo y tendido sobre mis experiencias en el camino hasta ahora, asi que me explayé a fondo. Creo que los dos nos calamos ràpidamente y nos caimos muy bien.

Terminamos la botella y la cena termino con nosotros. Yo estaba rendido y me moria por catar la cama, después de dos semanas durmiendo en todo tipo de suelos. Antes de despedirnos me recordo que podia quedarme en su casa tanto tiempo como quisiera.

::: les corbières - canal du midi {10-6-10}

El dia siguiente comenzo con un poco de lluvia que en seguida paro. Tuve que atravesar carreteras montañosas en una magnana nublada con muchisimos àrboles por todas partes sin saber muy bien donde estaba en el mapa. Al rato llegue a un pueblo propulsado por una cuesta abajo interminable en la que llegué a los 45 km por hora y por fin me situé. No pude resistirme a comprar bolleria de pueblo por un precio nada francés. Es mi perdicion.

Por la tarde llegué a Lezignan Corbières con un hambre brutal y me hice un bocadillo de pro en una baguette bien harinosa que compré en un pueblo enano, tanto que yo creo que no tenia ni nombre. El bocadillo llevaba: tomate, cebolla, aguacate, queso Camembert, sal y aceite de oliva. Impresionante.

En este pueblo pude ver que habia muchisimos gitanos que para mi sorpresa hablaban o chapurreaban espagnol!! Por supuesto, como siempre, algunas perlas salieron de sus bocas. Una nigna iba gritando que le chuparan el cogno y cantaba algo parecido al flamenco dando palmas. Encontré un parque donde engullir mi bocadillo y alli habia una corte de lo màs pintoresca. El cuadro lo componian unos cuantos gitanos franceses, a los que se unieron sus primas las del cogno y las palmas, junto con dos personajes que parecian un tanto embriagados por las cervezas calientes que tomaban. Uno seria cuarenton, muy dejado, y bailaba al son del ritmo del yembé que tocaba uno de los gitanos. El otro era rubio y muy alto, mucho màs joven. Por alli rondaban constantemente dos maromazos de seguridad con un perro, con aire buenrollero conmigo pero voraz con los integrantes del tablao. A mi me recordaron mucho a los polis de "Rex, un policia diferente". Como los polis les cortaron el rollo los gitanos se escabulleron y quedaron solo los otros dos. En seguida el cuarenton vino a mi encuentro cuando me vio lavarme los dientes en la fuente del parque y me pregunto sobre mi viaje. Él me conto que era de Burdeos y que viajaba a pie por Le Pays Cathare, durmiendo también a la intemperie. Resulto ser bastante simpàtico y menos colgado de lo que parecia desde lejos. No asi su compagnero que vino enseguida y demostro ir bastante borracho, aunque también fue muy simpàtico. Hablamos de nuestros viajes y les hice algunas preguntas sobre la zona. Después les hice unas fotos y me despedi.

Por la tarde avancé ràpido con la ilusion de llegar al fin al Canal du Midi y de saber que ya estaba cerca de Carcassonne y de la casa de Christine, que me esperaba al dia siguiente, donde aprovecharia para poner al dia muchas cosas, descansar y limpiar a fondo mi equipaje.

Tras cruzar varios rios llegue al fin al inmenso canal que discurre firme desde el Atlàntico hasta el Mediterràneo. No puedo ensegnar fotos porque no me quedaba bateria. El camino discurria a ambos lados del canal, pasando por barios puertecitos en minùsculos pueblecitos y en cada uno podian verse barquitos con todo tipo de lujos. Era frecuente ver parejitas adineradas en sus embarcaciones degustando su vino francés en copas bien elegantes. El paisaje que ofrece el Canal du Midi es un pasillo de intensa vegetación que lo envuelve todo, dejando pasar a ratos el sol, cortado en mil aragnazos de luz. Es una ruta de lujo para ir en bicicleta aunque a causa del fuerte viento, que nunca ha parado durante mi viaje, habia muchisimas ramas rotas por el camino que a veces se metian en los radios. Alguna vez me imaginé cayendo al agua a causa de ellas como Jacques Tatti en "Jour de fête".



Llegada una hora prudencial me sali del camino en busca de un sitio menos transitado para dormir. Tuve que buscar bastante porque los vignedos una vez màs acaparaban todo el lugar.

::: port barcarés - les corbières {9-6-10}

Por la magnana me desperté y decidi hacer una serie de fotografias de los bungalows y supercaravanas que poblaban el camping porque de verdad que no tenian desperdicio. Algunas recordaban al ambiente del barrio con que arranca Blue Velvet de David Lynch, incluso con caniches en la puerta. Todo esto lo fotografié con pelicula, asi que de momento no lo puedo mostrar.

Hora de salir pitando de aquel lugar y jurar intentar no volver a caer nunca en una torpeza igual. El paisaje cambio radicalmente por el camino. Por carreteras remotisimas atravesé puertos de colores apagados y me rodeaban plantas pàlidas en las playas abandonadas. Atravesé también un bosque y llegué a una especie de ria donde habia un sillon azul puesto en primera linea, pero nadie en metros y metros a la redonda. Parecia el escenario de una pelicula donde ciertos personajes mafiosillos quedan para arreglar trapicheos. De hecho uno se extragnaba de ver un coche por allà. De hecho cualquiera que deambulara por alli habria parecido un trapichero. Bueno, yo no, desde luego.

Después de Port Leucate dejé por fin la costa y ya no sé hasta cuàndo no la volveré a ver. Me va a dar pena cargar con las gafas de buceo, no por el peso, sino por los buenos ratos que me ha dado. Espero poder volver a usarlas en Croacia.

Por la tarde me pedaleé por una pequegna carretera direccion Durban Corbières, y el paisaje se volvio boscoso en poco tiempo. Habia verdes de todos los tipos en todas direcciones y pequegnas montagnas siempre con vignedos en las laderas.

Me dirigia ya hacia el Canal du Midi, que me llevaria directamente a Carcassonne. Contacté via Internet con Christine, la madre de Natasha, que vive en un pueblito cerca de Carcassonne, llamado Peyriac Minervois. Se ofrecio para acogerme durante unos cuantos dias, por lo que me envio por correo electronico unas singulares coordenadas. Traduccion aproximada:

En la farmacia girar a la derecha y bajar hasta el puente. La casa està en frente, enmarcada por un gran muro de piedra. Hay hojas de bananero que cuelgan.



Amenazaba con llover, asi que preferi pararme a tiempo para que la lluvia me pillara ya en mi madriguera. No fue difícil encontrar pronto un camino que ascendiera hacia una de esas colinillas, sorteando los vignedos que siempre estàn presentes. Pronto el camino se iba deteriorando y eso significaba buena segnal. Segui seleccionando caminillos de tierra, siempre escogiendo el que màs subiera y al fin me encontré casi en la cima, en un bosque de pinos bastante recogido. Un poco de pisteo a pie y pronto encontré un buen lugar para quedarme.

miércoles, 16 de junio de 2010

::: st cyprien plage - port barcarés {

Café de rigor y a circular con ciertas nubes amenazantes sobre mi cabeza. Este fue un dia sin especiales sobresaltos. Mis principales objetivos eran conseguir conectarme a Internet para buscar hospedaje en Couchsurfing y encontrar un camping barato para poder hacer la colada y ver el partido Espagna-Polonia a las 20:30.

Internet en Francia es muy caro. 15 minutos pueden costar 2 euros, asi que hice de tripas corazon y plante mis semillitas con la esperanza de poder pasar alguna de las noche siguientes en casa de algun hospitalario frances o francesa y hacer un poco de tejido social.

Cuando se el atardecer estaba cerca eché un vistazo a mi mapa y busqué el pueblo medianamente grande mas cercano: Port Barcarès. A la entrada habia muchos campings, todos ellos con una pinta horrible. Desde la entrada podian verse bungalows super equipados con antenas parabolicas, parques acuàticos y demàs fruslerias para el disfrute de pijos viajeros que ven satisfechos sus deseos en simulacros de naturaleza. Todo parecia carisimo asi que continué hacia el pueblo que por cierto era bastante feo. Eran las 18:30 y todo parecia ya muerto. Econtré el puesto de información aue por supuesto ya estaba cerrado (los horarios de los comercios franceses son una completa vergüenza} y vi en la entrada información sobre los campings de la zona. Todos eran de 3 o màs estrellas a excepcion de uno: Camping Tamaris (como el mago!! Lo regentaria el propio Tamariz?? No era probable, pero alguna trampa de ilusionismo si que me deparaba el lugar…}.

Segui mi instinto aràcnido y llegué al camping. "C'est comebien une nuit pour une personne et une tente?" "C'est seize euros", me respondieron. Aqui toca hacer una explicacion. Yo llegaba al caping condicionado por el letrero que habia encontrado en el puesto de información, por lo que cuando escuché "seize" yo quise entender "seis", vamos, 6 euros. Asi que decidi quedarme, rellene una ficha con mis datos y colegueé un poco con la fea recepcionista. Pero cuando le entregué mi billetito de 10 euros esperando una vuelta de 4 jugosas monedas la amable dependienta me dijo "Mais non, ça coûte seize euros (16!!!}". Asi que se me pone cara de paleto y suelto otro billete de 10. Ahora si, ahí tenia mi vuelta de 4 moneditas, pero ya no tan jugosas. Por supuesto habia sido victima de un error de información. El camping tenia tres resplandecientes estrellas y era otro camping pijo màs. Hay que remarcar que entre las variopintas instalaciones deportivas habia una pista de polo, si, del baloncesto ese de caballos. Acojonante!! Y yo alli, con mi bici!!

La recepcionista mando llamar a una especie de botones que aparecio con un cochecito de estos de campo de golf y me hizo seguirle, yo en mi vélo y él en su papamóvil. Me mostro los bagnos y las cosas que creyo convenientes y yo no podia dejar de preguntarme qué demonios hacia alli. Por supuesto ni una tienda en los alrededores, ùnicamente caravanas imresionantes con visillos en las ventanas y bungalows de madera o blancos impolutos. Mientras seguia al papamóvil pude ver que en los porches de algunos bungalows habia hasta barcos aparcados. El botones me mostro dos posibles sitios para desplegar mi tienda y romper asi el impoluto entorno y parecio enfadarse un poco cuando escogi justamente el que el no me habia recomendado.

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Tras desplegar mis apestosas pertenencias me planté en los bagnos que por supuesto también eran pijos. De hecho la ùnica ducha que habia era una inmensa para discapacitados fisicos, algo inaudito en mi viaje, un lujo sin precedentes. El agua caliente estaba retringida para la gente que quisiera pagar no sé cuàntos euros por ella. El caso es que la chica de la recepcion me dio una ficha gratis a la entrada. Pensé que tal vez lo habia hecho para compensar la cara de panoli que se me habia quedado cuando habia descubierto el precio real de mi fugaz estancia. Por lo menos que el panoli se duche con agua caliente. Emocionado por la grandiosidad de aquella ducha meti la ficha ràpidamente sin reparar en que no habia traido el jabon conmigo. El tiempo del agua caliente comenzo a correr y mientras yo me dedicaba a volver a vestirme e ir corriendo como un gilipollas a por el jabon a mi tienda, desaprovechando por completo una ocasión irrepetible. Para cuando llegué con todo de nuevo solo quedaba el vaho en el cristal, asi que nada, agua fria, como siempre. Al fin y al cabo cuando uno lleva tantos dias sin ducharse y tanta mugre por el cuerpo no importa demasiado el estado de la ducha, es gloriosa en cualquier caso.

Después fui al bar del camping para comprobar si al menos podria ver el partido de la selección y justificar asi un poco mi aterrizaje de emergencia en aquel lugar fuera de tono. El local lo regentaba un gordo francés rodeado por su séquito de graciosillos amables siempre fieles a su barman. Le pregunté por el partido y enseguida despertaron todos interés hacia el espagnol futbolero. Pero enseguida la mujer del gordo desplego sus tentáculos y arranco el mando a distancia de donde estaba situado y comenzo a gritar. La mujer se negaba a poner la televisión mientras cenaban y se marcho con el mando enfadada afuera. Todos los hombres gritaban y reian y le pedian por favor que cediera. Intercambiaron unas cuantas risas y gritos y al final hubo un golpe de estado masculino. Dispusieron una gran pantalla al fondo del bar y buscaron canal tras canal sin encontrar ni rastro del partido. Unos cuantos intentos y al final me quedé con la miel en los labios. Dejé el local todavía entre risotadas y gritos y marché al pueblo en bici en busca de una ùltima esperanza de ver el partido en algùn bar. Pero si cuando habia llegado unas dos horas antes no habia muestras de vida alguna por las calles ahora habia muchas menos, y me volvi a mi camping de alto standing con sensación de derrota dispuesto a aprovecharlo el poco tiempo que iba a permanecer alli.

Ya de noche cumpli con la tediosa tarea de fregar a mano la ropa. El viento, que me lleva acompagnando durante todo el viaje y no precisamente a favor, estaba graciosillo y me tiro toda la ropa que ya tenia lavada, asi que limpia lo que se dice limpia no quedo.

Me preparé un platazo de alubias descomunal y me lo comi en el porche de un bungalow de madera no habitado que habia justo detràs de mi tienda, sentado en una silla y con la comida sobre la mesa, una experiencia religiosa. Dios bendiga las sillas y las mesas.

Poco màs, este dia no hubo ataques de bichos ni voces ronroneantes.

::: cerbère - st cyprien plage {7-6-10}

Me desperté con la resaca de la falta de provisiones del domingo pasado, así que tuve que recoger todo sin una mísera galleta ni gota de café. A eso de las 7 de la magnana ya estaba en pie para largarme de allí antes de las 9 y así me servia de excusa para aprovechar bien el día.

Pedaleé un tantito flojo de fuerzas arrastrando mi estomago vacío hasta el primer pueblo que encontré, Banyuls-sur-Mer un village typique donde ya pude apreciar la obstinada afición de los franceses por saludarse constantemente. Les encanta decir "bonjour" a todo el mundo. El primer café que me tome me salio por casi 3 euros. Eso sentó las bases de la diferencia de precios con nuestros vecinos. En adelante convendría ir bien aprovisionado o de lo contrario me desplumarían antes de llegar a Les Cévennes. Eso si, el desayuno fue glorioso y esto será una constante en Francia. Una bollería artesanal exquisita que en los pequeños pueblos es además baratísima. Por 80 céntimos se puede adquirir una empanada de confitura de manzana que quita el sentido.

Una vez repostado continué la marcha siempre pegado a la costa hasta el próximo destino apetecible en el mapa, Collioure, un pueblecito muy buen puesto y con unas construcciones militares medievales impresionantes frente al mar.

Por la tarde seguí la ruta con la idea de acampar no muy tarde y en la playa, por lo que pedaleaba con el rabillo de ojo afilado apuntando hacia pequeños senderos que desembocaban en la carretera. Así es como repare en un caminillo del que salía un coche con dirección este, es decir, a la playa. Un volantazo de manillar y me encontré rodeado de árboles que me hacían corrillo y me impedían adivinar que habría al final del camino. Me tope con una valla y un cartel que prohibía el paso de vehículos y anunciaba la entrada a un parque natural. La cosa apuntaba bien, y termine de creérmelo cuando un hombre a mi paso me dijo que mas allá de la maleza había una playa y que se podía dormir en ella, todo esto sin yo preguntarle nada. Así que proseguí y poco a poco comencé a ver aquí y allá algunos hombres solitarios que caminaban internándose a través de las plantaciones, descubriendo una red de caminos estrechísimos casi inapreciables. Estos enigmáticos paseantes caminaban solos, algunos vestidos y otros en absoluto. Me interne por uno de esos caminos y finalmente descubrí una enorme playa salvaje azotada por un viento duro y lateral. Era una playa muy agreste, con plantas verde pálido que nacían no lejos de donde acababa el mar. Entre estas plantas se iban descubriendo pequeños grupos de personas desnudas recostadas sobre la arena: una playa nudista. Era sin duda un perfecto lugar para acampar, así que busque un buen lugar y allí me quede. Desempaquetando todo me encontré de nuevo con el señor que me había informado sobre la playa previamente y me estuvo preguntando algunas cosas sobre mi viaje. Se quedo muy sorprendido de mis intenciones con un aire un poco nostálgico. Me dijo que a el le gustaría también hacer un viaje en bici con su mujer, pero que a ella la idea no le hacia especial gracia. Me advirtió también que la playa era un tanto especial. Me aviso que era una playa gay nudista.



Después de bagno y lectura la playa se fue vaciando de los enigmáticos gays nudistas solitarios franceses hasta que me quede yo solo en la inmensa explanada. Al montar mi tienda descubrí bajo la arena un pequeño ser verde reluciente. Era un escarabajo rechoncho que recordaba a algún tipo de colgante o amuleto por la extravagancia de su color y su forma. Seguidamente vi otro. "Bueno, por lo menos esta playa tiene bichos bonitos que no recuerdan a escorpiones", pensé. Mientras proseguía con el montaje comprobé que estos insectos tenían además la habilidad de volar, o mas bien planear, emitiendo un zumbido grave que se hacia realmente desagradable cuando lo hacia a pocos centímetros de la oreja, cosa que ocurría muy a menudo. De hecho ni siquiera planeaban, parecían obedecer a extraños impulsos irracionales y camicaces contra mí. Después de estos excentricos vuelos caian derrotados de nuevo sobre la arena y se quedaban aletargados durante unos minutos hasta que el ansia de propulsión volvia a ser irrefrenable.



Cuando hube montado la tienda ya eran tres, aunque dos de ellos me dejaron un poco en paz, dedicados a sus placeres propios. Pero la cosa comenzo a ponerse fea cuando saque la comida para cocinar. De entre la maleza y bajo la arena emergían nuevos insectos-amuletos que zumbaban a escasa altura del suelo y se excitaban cada vez mas ante la presencia de mi comida. Sin duda no habia acampado en el mejor lugar de la playa, puesto que unos pasos mas alla no habia ni rastro de estos pequegnos camicaces. La anécdota se convirtió en pocos minutos en una verdadera lucha por la comida. Armado con una tapa de tupperware en una mano y la cacerola con la comida en la otra me dedicaba a parapetarlos en cuanto se atisbaba la intencion penetrar en mi cena, tarea que no era difícil dada la torpeza de sus maniobras y su tamagno considerable. Los pequegnos aviadores se estrellaban atontados contra la arena. Algunos de ellos volvían a levantar el vuelo tras unos minutos de aturdimiento. Otros de ellos conseguían sus propositos y se amotinaban en mi cacerola provocandome una histeria casi vergonzosa. Varias veces tuve que meter mis dedos algo negros en la comida para expulsar a estos incordiantes bichos a los que nadie habia invitado a cenar. A uno de ellos lo meti en la bolsa de la basura que cerré a cal y canto con verdadero animo de venganza y una cierta crueldad. Dentro el bichejo rezumbaba incapaz de salir de su prision de plastico. El sonido que hacia al intentarlo era realmente desagradable. Corri con la cacerola y mi improvisada raqueta unos metros hasta perderlos de vista. Màs allà no habia rastro de mis enemigos, asi que decidi cocinar alli, pensando que habria sido cuestion de mala suerte al escoger su casa como mi refugio. Dejé alli la cacerola y volvi a la tienda a por la cocina de gasolina. Cuando regresé al nuevo asentamiento ya pude darme cuenta de mi error al bajar la guardia. Un escuadron bien organizado de rechonchas pelotillas verdes tenian sitiada mi cena y tuve que emlearme a fondo para quitarlos de en medio a raquetazo limpio. Al hacerlo sonaba "POC!", y salian disparados varios metros mas allà.

En estas condiciones y con este estado de permanente alerta tuve que emprender la cocina, asumiendo que varios de estos intrusos habian conseguido meter sus narices en mis verduras.

Todo esto ocurrio en el lapso de tiempo de una hora o incluso menos, justo cuando el sol ya ha caido y todo el cielo se vuelve azul saturadisimo. Asi que cuando llego la noche y yo ya tuve mi cena lista, de pronto, todos los esbirros corrieron a sus escondrijos y solo quedaron algunos agonicos heridos en el campo de batalla y el prisionero de la bolsa de plàstico, que todavía mostraba algun leve signo esporadico de rebeldia zumbadora. Asi que finalmente pude cenar exhausto pero victorioso.


El viento sigue asustàndome a veces en la tienda con la inocencia de un nigno. La tienda es una caja de sonidos cuando sopla fuerte y a veces me roza la piel y medio en suegnos tengo paranoias pesadillescas a las que después no hago mucho caso. Esa noche escuché algunas voces fantasmagoricas que me envolvían.

martes, 15 de junio de 2010

::: cap de creus - banyuls {6-6-10}

El dia siguiente arranco con algunas nubes indecisas. Desayuné y subi con todo hasta la carretera en dos viajes. Escuché el Ummagumma de Pink Floyd contemplando aquel paisaje y comenzaron a caer las primeras gotas de mi viaje. Habia llegado la hora de probar mi equipamiento para lluvia. A la bajada la lluvia se volvio torrencial y aceleré la marcha para llegar cuanto antes a Cadaqués. Alli me senté en un bar y esperé a que se secara la ropa, aprovechando la ocasión para pedirle al camarero que cargara mis aparatos.



Al rato senti ganas de ponerme en marcha y como ya no llovia decidi aprovechar el buen tiempo para pedalear. Marché cuesta arriba y cuesta abajo por varios puertos. Pasé por el Port de la Selva, Llançà y finalmente llegué a Portbou. Por el camino llovio, pero la verdad es que fue incluso agradable.

En principio ese dia yo pensaba llegar como màximo hasta Portbou y cruzar la frontera al dia siguiente. El pueblo era feo y soso. Era domingo al parecer, y yo no lo habia previsto, por lo que no tenia a penas comida ni agua, asi que compré un bocadillo de tortilla en un bar. Estuve hablando largo rato con Felipe por teléfono. Después de tanto tiempo en soledad cuando hablo con alguien por teléfono vomito las frases.

Cuando me despedi de él decidi que nada me impedia cruzar la frontera esa misma tarde. Subiendo el puertecito de rigor dediqué algùn pensamiento a la nostalgia de no saber cuàndo volveria a Espagna y a la nueva etapa que comenzaba en mi viaje.

Sin muchos màs sentimentalismos me planté en la cima y me topé con el cartel que la Repùblica Francesa habia puesto en homenaje a los exiliados del franquismo que huyeron por aquella misma carretera unas décadas atràs, si bien en su momento la misma Repùblica Francesa no acogio a dichos exiliados con el orgullo y la pasion que expresaba el rotulo.


Cambiar de pais siempre estimulante, aunque el capbio no sea muy dràstico, como entre Francia y Espagna. En cualquier caso si se respiraba ya otro ambiente en Cerbère, el primer pueblo francés. Continué la marcha pensando ya en encontrar refugio. Pasé Banyuls-sur-Mer contemplando los vignedos por todas partes. Eché un ùltimo vistazo atràs y vi como el sol habia salido timidamente y bagnaba de color rojo exclusivamente un camping que habia dejado atràs en las afueras de Banyuls. Juro que en ese momento senti que era una segnal y que la estaba dejando pasar. Pero también es cierto que en otras ocasiones ese mismo sol me habia traicionado vilmente, asi que me sali de la carretera por un camino de tierra que ascendia por una colina. Dejé la bicicleta q un lado y subi para hacer el rastreo de turno. Subi y subi y cada vez el terreno era màs duro y las zarzas y otras plantas encrespadas acabaron por rodearme totalmente. Yo iba en chanclas y pantalón corto, por lo que el calvario estaba asegurado.

Continué como pude algunos metros màs hacia arriba, arrastrado por una esperaza absurda e idiota de encontrar algo tras las zarzas. Pero tras las zarzas no habia màs que màs zarzas. En aquel momento ya empezaba a oscurecer seriamente, y la situación se me hizo totalmente ridicula. Como podia ser alguien tan estùpido como para cometer dia tras dia el mismo error. Comencé a bajar como pude la colina de pinchos castigàndome mentalmente por mi inconsciencia. Bastaria con comenzar a buscar refugio antes y todo esto seria evitable.

Mis pies buscaban puntos de apoyo fimes y no los habia. Mis piernas atravesaban ensangrentadas caminos que no lo eran. No recordaba la ruta que me habia conducido hasta alli y tuve que volver varias veces sobre mis pasos. Decidi que haria caso al sol y a la poca sensatez que parecia quedarme y aceptar mi estupidez volviendo al camping iluminado de Banyuls.

Cuando llegué alli aquello parecia un camping fantasma. El gran letrero que decia "Recepcion" no era mucho màs aue un espejismo porque aquello estaba cerrado a cal y canto. Continué avanzando y vi unas cuantas caravanas viejas también cerradas. Alli no parecia haber nadie. Por fin al fondo vi unas mujeres frente a una tienda de campagna. Me acerqué y les pregunté por la recepción. "Il n'y a pas de réception", respondio una y me explicaron que si me iba antes de las 9 de la magnana era gratuito, si no 8 €. Perfecto. El dia acabaria bien al fin y al cabo. Me prometi ser màs previsor en adelante.

::: cadaqués - cap de creus {5-6-10}

Al dia siguiente exprimi el camping todo lo que pude, comi tarde y me marché en busca de alguna cala en Cap de Creus donde pasar la noche, esta vez sin prisas. Subi por la costa hacia el norte y encontré el mismo paisaje àspero, entre negro y verdo oscuro, con golfos y cabos rocosos en cada horizonte. Al final de un punete un hombre subia entre rocas desde alguna parte a la izquierda de la carretera. Esto me hizo detenerme para observar de donde venia: un cagnon de piedra en el que el mar entraba con forma de punta. Le pregunté y me afirmo que abajo habia una pequegna cala. Aparqué mi bici y descendi. Me encontré con un diminuto paraiso en el que imaginé perfectamente mi tienda montada. Volvi a subir y estudié otras posibilidades al otro lado de la carretera, también buenas. Eran las 19:30 y el sol empezaba a caer, dejando algunos recodos en una sombra fria. Saque la brùjula y la orientación de la primera cala definio mi decision: veria el atardecer buceando.


El sitio estaba bien. Esta vez me cuidé de que no se viera desde la carretera. Problema: el suelo era casi por completo de piedra. Solo pude clavar del todo una piqueta. Ademàs la Tramontana soplaba violentamente, asi que previ un montaje entretenido. Reuni un escuadron de grandes pedruscos y me puse manos a la obra. El viento era en verdad muy fuerte y mi tienda un modesto barco de vela. Tuve que desechar las primeras piedras y buscar otras todavía màs grandes para conseguir montarla.



Después de cenar el viento soplo incluso màs fuerte, daba miedo. Comprobé no obstante que mi tienda estaba bien montada porque no salio volando. Los coches sonaban arriba en la carretera, pero solo se veian sus luces en movimiento dibujando levemente parte del paisaje. También se veia la luz giratoria de un faro que perfilaba una y otra vez sin descanso el horizonte màs lejano que alcanzaban a ver mis ojos, una cadena montagnosa al otro lado de la cala. El dibujo que repetia obsesivamente la luz del faro sobre las cúspides recordaba a las ondas que generan los aparatos médicos informando sobre las constantes vitales.
En la tienda, por la noche, volvi a ser ùnico testigo de otro concierto de la naturaleza. Acompagnando al ritmo frenético del viento que silvaba fluyendo entre las rocas y contra mi tienda, algunas criaturas invisibles se arrancaban con enigmàticos solos que me provocaron todo tipo de sensaciones, incluso algo parecido al miedo. Algùn ser se encargaba de atormentarme entonando un sonidillo agudo intermitente que recordaba un robot de pelicula de los 80-90. De hecho me recordo a R2D2. Se parecia hasta tal punto que incluso llegué a repasar mentalmente todos mis aparatos para acabar llegando a la conclusión de que ninguno producia tales sonidillos. El caso es que parecia provenir del mismisimo interior de mi tienda. Encendi mi frontal y comencé a retirar uno a uno mis objetos siguiendo aquella melodia constante, acongojado por no poder imaginar qué cabria encontrar al otro lado. No hayé nada en absoluto, mas ese bicho no se daba por satisfecho. "Es solo un bicho que hace el sonido de un aparato desfasado", pensé, e intenté dormir. Imposible. Si no estaba dentro deberia estar fuera, justo al otro lado de la fina tela que me aislaba virtualmente de un entorno tan salvaje. Asi que empugné uno de los botellines y la golpeé varias veces. A partir del tercer botellazo no se oyo màs. Justo entonces empecé a escuchar un concierto de rock, lo juro. Evidentemente me cuestioné si aquello tendria algo que ver con la realidad o seria obra de mi embriaguez y mi suegno. Asi, con estos pensamientos, consegui dormirme profundamente al fin.