martes, 15 de junio de 2010

::: l'estartit - l'escala {2-6-10}

La magnana siguiente la dediqué enteramente a adelantar deberes atrasados. Primero cosi el pantalón corto que se me habia roto ya el primer dia. Después reparé el cierre de la alforja. Estoy contento porque ha quedado bien firme. De otro modo en caso de lluvia hubiera tenido que hacer algùn apagno. Lo hice con pegamento de impacto y cosiendo después para reforzarlo. Por ùltimo limpié la alforja afectada por el brick de leche. Fue una magnana muy productiva.





Después salí en busca de un bocata de tortilla y un buen tubo de cerveza, manjares que hacia días no probaba. Vi un par de currelas salir de un bar y esa fue señal suficiente para decidir mi elección. Los currelas son siempre un buen referente en estos casos. Por la tarde sesión de Internet y de vuelta al camping a empaquetar todo para largarme. Próximo destino L'Escala y el Golfo de Rosas. El bigotudo belga se sorprendió de que me fuera a esas horas. "Y a donde vas de noche?", pregunto (hay que decir que serian las 19:30 o así. El bigotudo dramatizo lo suyo}.

Las nubes que habían sobrevolado la zona durante todo el día se habían esfumado casi por completo y esto dio lugar a otro atardecer espectacular. El camino lo acompañaban algunos arrozales y sobre el agua se reflejaba el horizonte. El sol, ya muy bajo, se colaba entre las ramas de los árboles y proyectaba mi sombra de ciclista intermitente sobre los campos. Aunque quedaba poco tiempo para la noche y debía buscar refugio no pude evitar pararme varias veces a tomar algunas fotos. Así que una vez más me dejé engatusar por el atardecer y la noche casi se me echo encima. Pensé que si encontraba un sitio antes de L'Escala la tomaría, o me exponía a llegar allá de noche.






Siguiendo el sol que huía por el rabillo del ojo vi un camino de tierra que conducía hacia unos campos amarillos y verdes y que marcaba también el lugar en el horizonte por el que parecía querer escapar el sol. Así que me dejé llevar y me metí sin más. Lo que me encontré fue muchos campos de cultivo y pocos árboles, así que poca posibilidad de escondrijo y mucha de agricultores cabreados por la magnana. Pedaleaba muy rápido en un intento por encontrar un buen cobijo antes de que el sol se hubiera ocultado por completo. Por un momento dudé de mi decisión al elegir este camino, pero por donde vinieron las dudas también se fueron y dejaron paso a un sentimiento de tranquilidad y en ese momento me fijé en un pequeño rincón bajo un único árbol entre el camino, del que la única separación eran algunos hierbajos medio altos y un campo de trigo. Y ahí mismo decidí quedarme. Sin duda el lugar más rupestre en el que había pasado la noche.

El sitio lo gobernaban "cortapichinas" que se colaban por cualquier sitio, arañas de todos los tipos y otros que aun no conocía, hormigas diminutas y algunas cucarachas pequeñas de las de campo, no como mis fieles enemigas.



Cociné un arroz en el camino de tierra por miedo a prender fuego a algo con tanta paja y trigo seco. Tuve que hervirlo con agua con limón y azúcar de uno de mis bidones, puesto que no me quedaba mucha de la otra. El arroz tenía un sabor dulce peculiar, pero estaba bueno.

Cuando salí de L'Estartit alcancé a ojear un periódico local que decía que en la Costa Brava soplaría fuerte Tramontana y esta noche pude saborearla. Como la tienda estaba incrustada en un terreno lleno de maleza, al soplar el viento ésta la rozaba. Esto provocaba unos sonidos muy inquietantes a la hora de dormir.

1 comentario:

  1. a la hora de No dormir, dirás, jeje..

    me encanta leer tus historias, Miguel.

    hacen viajar contigo un poquito.

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