domingo, 27 de junio de 2010

::: haut languedoc / lac du salagou

A partir de aqui el paisaje no ha dejado de ser montagnoso, y los rios se han hecho frecuentes, lo que es una ventaja porque se pueden lavar los cacharros y los dientes sin problemas. La carretera que me encaminaba hacia el Lac du Salagou atravesaba pueblos de revista, perfectamente conservados, con su puente romano y sus fachadas frente al rio.

Algo que mue gusta mucho de las carreteras francesas es la cantidad de productores que venden su mercancia directamente en el arcén. Las carreteras comarcales se convierten en una sucesion de tentadoras ofertas gastronomicas. Ademàs del omnipresente vino también se pueden conseguir frutas de temporada, verduras o miel. Desde que entré en Francia me habia prometido parar en alguno de estos sitios a rellenar mi bota de vino, pero hasta hace poco me habia hecho el remolon. Antes de Clermont l'Herault decidi parar en la masia que publicitara su vino con el cartel màs sencillo e incluso cutre, que ya los habia visto. Paré en una cuyo letrero ùnicamente decia "VIN", y una flecha, todo escrito a mano sobre fondo blanco: perfecto, lo que buscaba. Asi que saqué la bota y me planté delante de la gran puerta de rejas de la entrada. Me recibieron dos pastores alemanes a ladrido tendido, pero a mi no me engagnan,eran màs buenos que el pan, aunque su mision fuera amedrentar a visitantes con turbios propositos. Ponia "Sonnez" y toqué el timbre. Se asomo una segnora canosa por una de las ventanas de la gran fachada de piedra y le dije lo que buscaba. Cuando bajo por fin vi a través de la reja que se trataba de una segnora adorable. Se lamento y me dijo que no vendia "au detail", y yo le segnalé mi bici explicàndole que no me cabia màs de un litro. Ella se enternecio y me dijo que podia regalarme un poco, y asi lo hizo: fue a por una botella de vino sin etiqueta y un embudo y delante de mi lleno la mitad de la bota. Extraordinario, si hubiera pensado que la cosa era asi de fàcil habria ido parando desde que crucé la frontera. Antes de despedirnos me dijo que ella habia nacido en Espagna, pero hacia mucho ya que habia venido a vivir a Francia. Me pregunté si seria una de las exiliadas del franquismo. Por la edad podria serlo perfectamente.

Sin embargo un domingo andaba un poco falto de comida, asi que marchaba con los ojos bien abiertos en busca de algùn puesto de verduras y frutas que por algunas regiones brotan como champignones, y que me salvaria realmente el pellejo. En esto iba pensando cuando vi un cartel anunciando melocotones. El de pendiente me explico que solo vendian por cajas, no por pieza, eso si, dejando primero que aparcara la aparatosa bicicleta, me quitara todos los atuendos y desmontara toda la parafernalia. Ademàs era una de esas personas que a pesar de asistir a los esfuerzos de uno por hablar en francés responden en inglés, incluso muy avanzada la conversacion. Crucé escasas palabras con él pero me parecio un tanto capullo. El caso es que nos despedimos y acto seguido él cruzo la carretera para buscar algo en la casa de enfrente, dejando su delicioso puesto completamente vulnerable. Asi que no lo dudé y le eché el guante a uno de sus pelocotones. Como estaba muy maduro guardarlo habria sido malograrlo, asi que me lo trapigné en la marquesina de al lado, a pocos metros del austero vendedorcillo.

El bicho de moda por Haut Languedoc es un ciempiés con miles de pelitos, colores rojos y verdes y una cara de payaso triston. El tio se cuela por todos los rincones y parece tomarse a guasa los esfuerzos invertidos en expulsarlo.


Cerca de Clermont l'Herault dormi en un bosque con un aspecto un poco desolador. Debido al fuerte viento que sopla en toda la region habia muchas ramas rotas y altos pinos medioderrumbados. Ademàs todo el suelo estaba lleno de pignas y trocitos de espinas secas de pino que se acumulaban también en las ramas formando faldones marrones. Por la noche la musica brotaba de entre las ramas de los àrboles, que danzaban balanceàndose a coro al compàs que dictaban las violentas bocanadas de aire.



El dia siguiente el objetivo era alcanzar por fin el Salagou, aprovisionàndome antes en Clermont l'Herault. Las nubes tontearon todo la magnana, pero no se desfogaron hasta la tarde, cuando restaban escasos kilometros para llegar al lago. Asi que la primera imagen que tuve de Salagou fue muy tormentosa, con colores extragnisimos, siempre rondando los rojos, todo visto bajo mi capucha roja chorreando agua. El lago tiene una forma bien extragna, en absoluto circular. Muchas rutas terrosas lo circundan a lo largo de unos cuantos kilometros, convirtiéndolo en uno de los entornos màs interesantes para hacer bicicleta de montagna en Francia, segùn dicen. El paisaje es realmente delirante, asi que me enchufé Pink Floyd y vagué sin rumbo por esas rutas que se cruzaban unas con otras, subiendo y bajando monticulos una y otra vez. Pronto me di cuenta que pese a los letreros de prohibicion mucha gente acampaba entorno al lago y organizaba partidas de petanca, asi que la cosa parecia estar clara para dormir esa noche. La ùnica complicacion era la lluvia que a ratos llegaba a ser fuerte.



Al cabo del rato las colinas rojizas emergieron muy violentamente y el camino se hizo bien dificil para mi bicicleta. Asi que tanteé el terreno y acampé a la vuelta de una de estas colinas. Sin duda un gran lugar, impresionante y escondido. A la hora de cocinar tuve que arreglàrmelas cortando todo dentro de la tienda, pero cada vez que salia la lluvia cesaba, asi que por lo menos tuve una noche tranquilita. Hablé con una pareja de franceses de màs o menos mi edad que estaban pescando por alli buscando un poco de compagnia, pero resultaron ser un poco rancios y pese mis intentos de conversacion no pusieron la cosa demasiado fàcil.

1 comentario:

  1. miguel... llevas espejo...? quizás sea ese el problema para lo de hacer amigos.

    ;)

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